viernes, 25 de enero de 2013

¿Existe la vida después del parto?


En el vientre de una mujer embarazada se encontraban dos bebés. 

Uno pregunta al otro:
- ¿Tú crees en la vida después del parto?
- Claro que sí. Algo debe existir después del parto. Tal vez estemos aquí porque necesitamos prepararnos para lo que seremos más tarde.

- ¡Tonterías! No hay vida después del parto. ¿Cómo sería esa vida?

- No lo sé pero seguramente... habrá más luz que aquí. Tal vez caminemos con nuestros propios pies y nos alimentemos por la boca.


- ¡Eso es absurdo! Caminar es imposible. ¿Y comer por la boca? ¡Eso es ridículo! El cordón umbilical es por donde nos alimentamos. Yo te digo una cosa: la vida después del parto está excluida. El cordón umbilical es demasiado corto.


- Pues yo creo que debe haber algo. Y tal vez sea distinto a lo que estamos acostumbrados a tener aquí.


- Pero nadie ha vuelto nunca del más allá, después del parto. El parto es el final de la vida. Y a fin de cuentas, la vida no es más que una angustiosa existencia en la oscuridad que no lleva a nada.


- Bueno, yo no sé exactamente cómo será después del parto, pero seguro que veremos a mamá y ella nos cuidará.


- ¿Mamá? ¿Tú crees en mamá? ¿Y dónde crees tú que está ella ahora?


- ¿Dónde? ¡En todo nuestro alrededor! En ella y a través de ella es como vivimos. Sin ella todo este mundo no existiría.


- ¡Pues yo no me lo creo! Nunca he visto a mamá, por lo tanto, es lógico que no exista.


- Bueno, pero a veces, cuando estamos en silencio, tú puedes oírla cantando o sentir cómo acaricia nuestro mundo. ¿Sabes?... Yo pienso que hay una vida real que nos espera y que ahora solamente estamos preparándonos para ella...




Anónimo

jueves, 24 de enero de 2013

Asustar a sacerdotes ¿La última moda?


Soy seguidora del blog del Padre Fortea
He leído su último post y me ha embargado una gran indignación por lo que le ha ocurrido.

"Iba con una chica a su lado, quería impresionarla asustando a un cura. El susto consistía en pasar a gran velocidad a un palmo de distancia de mi lado. Lo que no ha contado era con el retrovisor. Me ha golpeado fuertemente en la espalda, al final de las costillas."

Al mismo tiempo tristeza.
Tristeza por ese chico, capaz de llevar a su máxima expresión, su propia ignorancia
Demostrando, sin pudor alguno, que tiene un raciocinio primitivo y  una escala de valores todavía por madurar y formarse como persona


Algunos achacan estos sucesos a una sociedad decadente y sin valores.
Puede que ese sea el problema. Puede...
O  simplemente puede ....que ignore que es el  respeto hacia si mismo.



Desde aquí le deseo de todo corazón, al Padre Fortea, que se reponga pronto del susto
 que le ha causado este muchacho.




miércoles, 23 de enero de 2013

¿Peras al olmo o amor a ti mismo?


En estos tiempos, más que nunca, estamos depositando el cambio en grandes hechos externos. 
Sean días comunes o días excepcionales, sea que no pase nada más que lo que ya está pasando o que suceda algo extraordinario, la verdad es que siempre la renovación está en las cosas cotidianas, en los pequeños pasos que hacemos para continuar aprendiendo y evolucionando. 
Sin embargo, nos mudamos de casa y de país; pasamos de un trabajo a otro; de una pareja a otra; tenemos hijos; hacemos cursos; nos movemos afuera frenéticamente…

Esperamos el gran acontecimiento que dará vuelta nuestro mundo sin darnos cuenta de que está siendo movido constantemente por los diminutos eventos que damos por sentado. 

Es habitual que, cuando nos quejamos de algo, digamos “es una tontería, pero me molesta que…”. Sumemos muchas de esas tonterías, día tras día, y tendremos el cataclismo que estábamos aguardando. 
Por otro lado, esas cosas menudas son indicios de actitudes más grandes y arraigadas, a las que no deseamos ver ni enfrentar. 

Las evadimos como factores usuales de la existencia, sin querer admitir que son metáforas de aprendizajes esenciales.
 Por ejemplo, los celos, la envidia, la frustración, la soberbia o el autoritarismo no son “normales”. Son síntomas de nuestra inseguridad, falta de confianza o insatisfacción y deberíamos realizar una labor interna para aceptarlo y transformarlo. No obstante, continuamos exigiendo que el otro haga las reformas pertinentes para que nosotros seamos felices.

Me asombra la ceguera con que muchas personas siguen pidiendo “peras al olmo” a sus vínculos o a sus actividades durante años y años, aferrados a la fantasía de que algún día cambiarán y serán lo que tanto desean

Charlando con una paciente, me dice lo que le cuesta sobreponerse al rompimiento con una pareja. Le pregunto qué es lo que más le provoca pesar y me contesta algunas cosas obvias hasta que finalmente admite que son las ilusiones que se había hecho con él lo que más le duele soltar. 

Este es el meollo.
 Invariablemente, atraemos individuos y situaciones que provocarán el aprendizaje que nos hemos propuesto. ¿Cómo funciona? 
Al principio, parece que hemos encontrado a “la” persona que tiene todo lo que precisamos, que compensará el sufrimiento acumulado. Estamos en el paraíso. Poco a poco, la ilusión comienza a resquebrajarse y notamos que no es tan maravillosa, que tiene fallas, que justamente las fallas están en esos lugares que creíamos que encajaban perfectos para cubrir nuestra necesidad. 
Sin embargo, no queremos rendirnos a la evidencia y comenzamos el lento y doloroso desgaste de demandarle al otro lo que nos había “prometido”. Está demás decir que jamás lo cumplirá… no puede hacerlo, en realidad.

Nosotros “contratamos” a esas personas para que funcionen de co-protagonistas de nuestra novela, para que hagan de espejos en donde mirarnos. Necesidad es la clave. Nadie nos dará lo que necesitamos porque tramamos el argumento para que NOSOTROS nos proporcionemos lo que pedimos afuera. 
En el momento en que comprendemos esto y nos dedicamos a dárnoslo, el conflicto termina. Fin de la novela. Ahora, somos libres. Hemos resuelto el aprendizaje del alma.

¿Cómo comenzó? Tus padres plantaron la semilla de esta creación en tu infancia. Por eso, te resulta tan difícil soltar la ilusión. Es tu Niño Interno el que sigue pidiendo lo que necesita. Y no se calmará hasta que lo obtenga. 
Está en tus manos el hacerlo. 
¿Quieres evitarlo?
 ¿Sigues esperando “la” persona, “el” trabajo, “la” decisión, “la” luz directamente venida del Cielo? 

Pierdes el tiempo y acumulas sufrimiento. 
Puedes verlo en acción en cada día de tu vida, en cada encuentro. Despierta. 
Cámbialo en el mismo momento en que te das cuenta. 
No preguntes cómo ni te atormentes inútilmente con que es difícil. 
Simplemente, respira, acepta que es tuyo, libéralo, date amor y comprensión

Sí, es un tiempo excepcional. El tiempo de despejar la oscuridad para encontrarte con el poder que tienes, con la luz que ya eres.

Caminodelser.com

Decálogo para recordar sanamente



* No te lamentes de las oportunidades perdidas. Mientras lo haces, quizás esté pasando el último tren por delante de tu casa, tal vez está amaneciendo de nuevo, acaso alguien esté llamando a tu puerta.

* No sigas castigándote por los errores cometidos. Es como repetir siempre la misma asignatura. De este modo, nunca aprenderás la lección del amor que Dios te regala cada día, ni el arte de conjugar la vida. El pasado pasó. ¡Desahoga en Él tus afanes!

* Vive agradecidamente el presente: es tu tiempo y tu tarea. De lo contrario, tu futuro puede convertirse en una vana ficción.

* En la adversidad y en la debilidad haz también memoria: reaviva energías que ya usaste, despierta recursos qué conoces, desempolva entusiasmos que ya gozaste. Saborearás de nuevo la vida.

* No uses de tu pasado como pretexto compensatorio, como arma arrojadiza contra alguien, como acumulador de resentimientos: terminará por ser más fuerte que tú.

* La nostalgia es actitud de necios. Lo mejor, lo más interesante, lo nuevo (incluso cuando la soledad parece cegarte) es tu presente: acógelo, sácale partida.

* Si ya no tienes objetivos, ilusiones y esperanza aterrizarás forzosa y peligrosamente en el pasado. Deja, por tanto, que por algún resquicio de tu alma o de tus ventanas, entre un poco de aire que mantenga vivo el rescoldo.

* Mira siempre agradecido a tu pasado. No te faltan motivos para ello. Descubrirás que, a pesar de todo, ha valido la pena haber sido escogido desde la eternidad de Dios para la aventura maravillosa de la vida.

* Vive cada día como una nueva oportunidad. En el pórtico de la Vida que te ha sido prometida, ya puedes decir (con modestia, claro): Confieso que he vivido.

* "Haz memoria de Jesucristo, resucitado de entre los muertos". La fe de los cristianos tiene su origen en la historia de Aquél que "pasó entre nosotros haciendo el bien. Pero no pasó. Sigue vivo. Ser y hacer memoria de Él es apuntarse a la mejor conjugación: He vivido, vivo y... viviré.

* RECUERDA la frase de San Agustín: "Dios no manda cosas imposibles, sino que, al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas y pedir lo que no puedas y te ayuda para que puedas."




webcatolicodejavier.org

domingo, 6 de enero de 2013

Mudras


Hace unos meses, me llamo la atención un mudra el del aparcamiento.
Hoy después de seguir trabajando con él  y ver los resultados, he indagado y encontrado algo, que sabía que existía.
Lo pedí y se me dio

En este Blog encontraremos Mudras de Limpieza y Protección

Mi es a través del Mudra de limpieza  es muy recomendable. Me gusta. Es fuerte.
Y como todo lo que haya sentido sea limpieza..Seguiré en ello



El perdón


Cuando empece con mi proceso personal con  Louise Hay descubrí que cuando uno sufre es que hay algo que no se ha perdonado a si mismo.

Algunas veces se me olvida, no voy a mentir, y cuando me acuerdo y empiezo a perdonarme: 
Estoy dispuesta a perdonarme por........

siento una paz tan........ profunda, que solo por sentir esta recompensa merece la pena intentarlo











Jiddu Krishnamurti en español: Libro : La Libertad Primera y Última

Desearía discutir o considerar la cuestión del autoengaño, las ilusiones a que la mente se entrega y se impone a sí misma y a los demás. Este es un asunto muy serio, sobre todo en una crisis del género de la que el mundo hoy enfrenta.

Mas para comprender todo este problema del autoengaño, debemos seguirlo no sólo en el nivel verbal, sino intrínsecamente, fundamental y hondamente. Se nos satisface demasiado fácilmente con palabras y contrapalabras; somos sabihondos, y siéndolo, todo lo que podemos hacer es esperar que algo ocurra.

Vemos que la explicación de la guerra no detiene la guerra; hay innumerables historiadores, teólogos y gente religiosa que explican la guerra y cómo ella se origina; pero las guerras han de continuar, tal vez más destructivas que nunca. Aquellos de nosotros que somos realmente serios debemos ir más allá de la palabra, debemos buscar esta revolución fundamental dentro de nosotros mismos; ese es el único remedio que puede producir una duradera y fundamental redención del género humano. Análogamente, cuando discutimos esta clase de autoengaño, creo que deberíamos estar en guardia contra cualesquiera explicaciones y réplicas superficiales.
Deberíamos, si puedo sugerirlo, no sólo escuchar a un orador, sino prestar atención al problema tal como lo conocemos en nuestra vida diaria; esto es, deberíamos observarnos a nosotros mismos en el pensar y en la acción, observarnos para ver cómo afectamos a los demás y cómo procedemos a actuar por impulso propio.

¿Cuál es la razón, la base del autoengaño? ¿Cuántos de nosotros se dan realmente cuenta de que nos engañamos a nosotros mismos?
Antes de que contestar la pregunta “¿qué es el autoengaño y como surge?”,
 debemos darnos cuenta de que nos engañamos a nosotros mismos.
¿No es así? ¿Sabemos que nos engañamos a nosotros mismos?
¿Qué entendemos por este engaño?

 Creo que ello es muy importante; porque, cuanto más nos engañamos a nosotros mismos, mayor es la fuerza del engaño que nos brinda cierta vitalidad, cierta energía, cierta capacidad, lo cual hace que impongamos nuestro engaño a los demás. Gradualmente, pues, no sólo imponemos el engaño a nosotros mismos sino a otras personas. Es un proceso recíproco de autoengaño, ¿Nos damos cuenta de este proceso porque nos creemos muy capaces de pensar claramente, con un propósito directamente? ¿Nos damos cuenta de que en este proceso de pensar hay autoengaño? ¿No es el pensamiento en sí un proceso de busca, una búsqueda de justificación, de seguridad, de autoprotección, un deseo de que se piense bien de uno, un deseo de tener posición, prestigio y poder? ¿No es este deseo de ser, en lo político o en lo religioso y social, la causa misma del autoengaño? En el momento en que deseo otra cosa que las necesidades puramente materiales, ¿no produzco, no provoco un estado en el que fácilmente se acepta?

Tomemos como ejemplo esto: quiero saber qué ocurre después de la muerte, cosa en la que muchos de nosotros estamos interesados, y cuanto más viejos somos, más interesados estamos. Queremos saber la verdad al respecto. ¿Cómo la encontraremos? Por cierto que no mediante la lectura ni las diferentes explicaciones. ¿Cómo, entonces, descubriréis?

Primero debéis purgar vuestra mente, en forma completa, de todo factor que se interponga, de toda esperanza, de todo deseo de continuar, de todo deseo de descubrir qué hay del otro lado. Como la mente busca en todo instante seguridad, tiene el deseo de continuar y espera que haya un medio de realización, una existencia futura. Una mente así, aunque busque la verdad sobre la vida después de la muerte, sobre la reencarnación o lo que sea, es incapaz de descubrir esa verdad.

¿No es cierto? Lo importante no es que la reencarnación sea o no verdad, sino como la mente busca justificación mediante el autoengaño, de un hecho que puede o no ser.
Lo importante, pues, es el enfoque del problema, saber con qué móviles, con qué impulso, con qué deseo lo abordáis. El buscador se impone siempre a sí mismo este engaño. Nadie se lo puede imponer; él mismo lo hace.
Creamos el engaño y luego nos convertimos en sus esclavos.

De suerte que el factor fundamental del autoengaño es este constante deseo de ser algo en este mundo y en el otro. Conocemos el resultado de querer ser algo en este mundo: total confusión, en la que cada cual compite con el otro, en el que cada cual destruye al otro en nombre de la paz.
Ya conocéis todo el juego de unos con otros, que es una forma extraordinaria de autoengaño. Similarmente, deseamos en el otro mundo seguridad, una posición. Empezamos, pues, a engañarnos a nosotros mismos en el momento en que surge este impulso de ser, de llegar a ser algo, o de lograr.
 Es muy difícil para la mente librarse de eso. Ese es uno de los problemas básicos de nuestra vida.
¿Es posible vivir en el mundo y no ser nada?

Porque sólo entonces se está libre de todo engaño, porque sólo entonces la mente no busca un resultado, ni una respuesta satisfactoria, ni forma alguna de justificación, ni seguridad en ninguna forma ni en ninguna relación. Eso ocurre tan sólo cuando la mente comprende las posibilidades y sutilezas del engaño, y por lo tanto, con comprensión, la mente abandona toda forma de justificación, de seguridad, lo cual significa que la mente es entonces capaz de ser completamente “nada”.

 ¿Es ello posible? Mientras nos engañamos a nosotros mismos en cualquier forma, no puede haber amor.
Mientras la mente sea capaz de crear e imponerse a sí misma una ilusión, es evidente que se aparta de la comprensión colectiva o integrada.
Esa es una de nuestras dificultades.

No sabemos cómo cooperar; todo lo que sabemos es que tratamos de trabajar juntos hacia un fin que ambos establecemos. Sólo puede haber cooperación cuando vosotros y yo no tenemos un objetivo común creado por el pensamiento. Lo importante de comprender es que la cooperación sólo es posible cuando nada deseamos ser, vosotros ni yo.

Cuando vosotros y yo deseamos ser algo, tornase necesaria la creencia y todo lo demás. Así como una utopía auto proyectada. Mas si vosotros y yo creamos anónimamente sin engañarnos a nosotros mismos, sin barreras de creencias y conocimiento, sin deseo de estar en seguridad, entonces hay verdadera cooperación.
 ¿Será posible que nosotros cooperemos, que estemos juntos sin un fin, sin un propósito, que ni vosotros ni yo buscamos? ¿Podemos vosotros y yo trabajar juntos sin buscar un resultado? Eso, por cierto, es verdadera cooperación. ¿No es así? Si vosotros y yo pensamos acabadamente en un resultado, lo planeamos, lo ponemos en ejecución, y juntos trabajamos para lograr ese resultado, ¿cuál es entonces el proceso que ello involucra?

 Nuestras mentes coinciden, nuestros pensamientos, nuestros intelectos, por supuesto, se entienden; pero emocionalmente, tal vez, todo el ser se resiste a ello, lo cual produce engaño, y éste trae conflicto entre vosotros y yo. Se trata de un hecho evidente, observable en nuestra vida diaria. Vosotros y yo acordamos intelectualmente hacer determinado trabajo; pero inconscientemente, en lo profundo, estamos en lucha unos contra otros.
Yo deseo un resultado a mi satisfacción, deseo dominar, quiero que mi nombre esté antes del vuestro, si bien se dice que colaboro con vosotros. De suerte que vosotros y yo, que somos los autores de ese plan, en realidad nos oponemos unos a otros, aun cuando exteriormente vosotros y yo estemos de acuerdo acerca del plan.
 ¿No es importante, pues, averiguar si vosotros y yo podemos cooperar, estar en comunión, vivir juntos en un mundo en que vosotros y yo somos como la nada; si nosotros somos real y verdaderamente capaces de colaborar, no en el nivel superficial sino fundamentalmente?

Ese es uno de nuestros problemas, quizá el mayor. Yo me identifico con un objeto o propósito, y vosotros os identificáis con el mismo objeto; por ambas partes estamos interesados en él y tenemos la intención de realizarlo. Este proceso de pensar es ciertamente muy superficial, porque mediante la identificación producimos separación, cosa evidente en nuestra vida diaria.

 Vosotros sois hindúes y yo católico; por ambas partes predicamos la fraternidad y nos vamos a las manos. ¿Por qué? Ese es uno de nuestros problemas, ¿verdad? Inconscientemente y en lo profundo, vosotros tenéis vuestras creencias y yo las mías.

Con hablar de fraternidad no hemos resuelto para nada el problema de la creencia, pero teórica e intelectualmente, nada más, hemos acordado que debe resolverse; en lo íntimo y en lo profundo estamos unos contra otros. Hasta que disolvamos esas barreras que son un autoengaño, que nos brindan cierta vitalidad, no puede haber cooperación entre vosotros y yo.

Identificándonos con un grupo, con una idea en particular, con determinado país, jamás podremos establecer cooperación. La creencia no trae cooperación; por el contrario, ella divide.
Vemos cómo un partido político está contra otro, cada cual con su creencia en determinada manera de entender los problemas económicos, lo que hace que estén todos ellos en guerra unos con otros.
 No están dispuestos a resolver el problema del hambre, por ejemplo. Le interesan las teorías que habrán de resolver ese problema. No están realmente preocupados con el problema en sí sino con el método por el cual el problema habrá de ser resuelto.
Tiene, pues, que haber disputas entre ellos, puesto que les interesa la idea y no el problema. De un modo análogo, las personas religiosas están las unas contra las otras aunque verbalmente digan que todos tienen una vida, un Dios; todo eso lo sabéis.
 Pero en su fuero interno, sus creencias, sus opiniones, sus experiencias, los destruyen y los mantienen separados.

La experiencia llega a ser un factor de división en nuestras relaciones humanas; la experiencia es una senda de engaño. Si he experimentado algo, a ello me apego; no examino el problema total del proceso de “vivenciar”; pero, como he experimentado, eso resulta suficiente y a ello me aferro, con lo cual me impongo el engaño a través de esa experiencia. Nuestra dificultad es, pues, que cada uno de nosotros está tan identificado con una creencia en particular, con determinada forma o método de lograr felicidad, ajuste económico, que nuestra mente es cautiva de eso y resultamos incapaces de ahondar más en el problema; por lo tanto deseamos mantenernos individualmente apartados en nuestras particulares modalidades, creencias y experiencias.

 Hasta que las comprendamos y disolvamos, no sólo en el nivel superficial sino también en el nivel más profundo, no puede haber paz en el mundo. Por eso es importante que los que son realmente serios comprendan todo este problema: el deseo de llegar a ser algo, de lograr, de ganar, no sólo en el nivel superficial sino fundamental y hondamente.
De otro modo no puede haber paz en el mundo.

La Verdad no es algo que haya de ser logrado. El amor no puede llegar a aquellos que tienen un deseo de aferrarse a él o que gustan de identificarse con él. Tales cosas, por cierto, llegan cuando la mente no busca, cuando la mente está del todo quieta, cuando la mente ya no engendra movimientos y creencias de los que puede depender, o de los que deriva cierta fuerza, lo cual es indicio de autoengaño. Sólo cuando la mente comprende todo este proceso del deseo, puede ella estar en silencio. Sólo entonces la mente no está activa para ser o para no ser, sólo entonces existe la posibilidad de un estado en el cual no hay ningún género de engaño.


Fuente hermandadblanca

miércoles, 2 de enero de 2013

Meditación como Una Montaña

Gracias a Dios he encontrado esta meditación por web.
Esta meditación, aunque católica, esta siendo acogida en zen, por su importancia.

Simplemente Ser.
Os dejo el audio, espero que os guste.

Ir a Descargar

El gimnasio del alma


PON ORDEN EN TU VIDA
Detén tu alocada carrera diaria ¿Adónde vas con tanta prisa? Ubí­cate!! haz una lista de lo importante y de lo urgente, ordena tus cosas pendientes por prioridad. Respira profundo y piensa con calma quieres de la vida, cual es tu sueño ¡y una vez que lo identifiques ve por él! Ponte metas pequeñas a corto plazo y cumple con ellas para que poco a poco, alcances metas mayores.
 PRACTICA EL AGRADECIMIENTO
Lo más importante de todo lo que está ocurriendo en este momento es que.. ¡Estas vivo! Estar vivo es un regalo algo tienes que hacer, alguna misión que cumplir, ¿qué esperas?
Agradece los dones que dí­a a dí­a te ofrece la vida, cuéntalos y haz buen uso de ellos, muchas veces tenemos más de lo que podemos disfrutar, pero nos cuesta trabajo reconocerlo.
 OBSERVA TUS PENSAMIENTOS
Sabias que lo que piensas de un problema es más importante y determinante que el problema en sí­? Sé que muchas veces no es fácil enfrentarlos pero, haz el esfuerzo de volverte más positivo y mejora tu actitud. Evita ser portador de malas noticias, no te involucres en chismes o comentarios negativos hacia otras personas ¡vive y deja vivir!
 ACEPTA LO QUE NO PUEDES CAMBIAR
El pasado ya no importa, pues ya ocurrió; olví­date de los malos sentimientos; vive tu duelo; perdona y libérate del peso que por tanto tiempo has cargado. íbrete a comenzar de nuevo; puedes progresar y cambiar tu situación personal. Toma tiempo pero es posible mejorar tu situación en la vida por difí­cil que sea. Comienza a ver los inconvenientes, como oportunidades y procura darle una respuesta creativa a cada situación.
 ENTREGA EL 100% EN TODO MOMENTO
Comprométete a dar y a recibir con abundancia; ofrece a quien te encuentras, siempre, un pequeño regalo: una sonrisa, unas gracias, un saludo, una palabra de aliento. Mantén en circulación la verdadera riqueza de la vida. Muestra interés, aprecio y comprensión por los demás. Silenciosamente enví­a pensamientos de amor, solidaridad, paz y alegrí­a.
 ABRETE A LA COMUNICACION
Crea puentes de comunicación que te permitan expresar y compartir tus ideas y sentimientos. Deja de esperar a que otros se comuniquen contigo, toma la iniciativa y acércate a ellos para compartir y crear soluciones y estrategias para iniciar nuevos proyectos. Además recuerda que la comunicación es el puente que acorta las distancias que nos mantuvieron separados por diferencias o malos entendidos.
 LIBERA LA RABIA
Muchas personas están cargadas de emociones negativas y tensiones que potencian la ira. Cuando te dejas llevar por ella, terminas afectando y deteriorando en la mayorí­a de los casos, tus relaciones con los demás. Además la ira se convierte en resentimiento cuando la hemos acumulado por mucho tiempo, y a quien verdaderamente acaba dañando, es a la persona que la siente: ¡a tí­ mismo!. Aprende a respirar imaginando que sale de tí­, con cada respiración. Practí­calo hasta que te sientas mejor.
Cuando está lloviendo fuerte, pensamos por un momento que el sol se ha ido. Pero si subimos a un avión y volamos por encima de las nubes nos daremos cuenta de que el sol brillante, sigue ahí­ Esperemos a que las nubes se disipen para ver de nuevo al sol salir. ¡Vuela, el avión eres tú!

Autor : DESCONOCIDO
Fuente: hermandadblanca

Contador de entradas